lunes, 29 de octubre de 2012

"Yo no me voy a la calle, porque la lluvia me moja"



Me pregunto dónde podemos hallar la relación entre el cumplimiento de la ley y la justicia en sí misma. ¿Se hace cumplir la ley para hacer justicia? ¿Son justas las consecuencias del cumplimiento de la ley? Supongo que estas preguntas nos las hemos hecho todos en alguna ocasión, pero hoy es necesario. Un suicidio y un intento de suicidio como consecuencia de sendos desahucios. Además del drama que acompaña a cada familia que es desahuciada de sus casas por imposibilidad de hacer frente a los pagos, que en España son más de 500 diarios. Como respuesta, una declaración de intenciones por parte del Gobierno. Un acercamiento a la dación en pago que de nada sirve cuando se trata de una mera opción de la banca. Opción que ni siquiera tiene quien vive de alquiler y no puede pagar a sus caseros.

Me pongo del lado de los ejecutantes. Ya sea la banca, ya sean particulares. Tienen casi tanto derecho a recuperar la posesión de sus propiedades como una persona a ejercer su derecho a una vivienda digna. Y digo casi porque, estaréis conmigo en que no son derechos comparables. Estamos afrontando grandes cambios como consecuencia de la crisis económica. Nos estamos empobreciendo, como el país en general. Pero las vertientes de la crisis son muchas, y me parece que tales cambios deberían ir en muchas direcciones. Podemos vivir con menos salario, dicen. Y podemos vivir pagando más impuestos, cuestión de solidaridad. Toca "apretarse el cinturón". Pero no podemos vivir en la calle. Algo habrá que hacer que beneficie a todos. O que perjudique, si así ha de ser, al que más tiene por una vez. Suelen ser los bancos, o aquellos que cuentan con más de una vivienda. Recientemente hemos sabido que cada español abonó cerca de 1.900 euros el año 2010 para sanear la banca. Y hoy se escuchan más que nunca voces que apuntan a cierto trasvase de esas ayudas para paliar este desastre. Directo a las familias. Es justo. Por lo tanto, pienso que no es momento de elegir, ni de ponerse del lado de unos o de otros, ni de hacer demagogia barata. Es el momento de aportar soluciones a una realidad que a todos, a unos más que a otros, nos toca de cerca. Aunque sólo sea por el hecho de ser españoles. Hablo de poner sobre una balanza los derechos de todos. No para quitárselos a unos en beneficio de otros, sino para pasar este mal trago que es esta crisis, de una forma justa. Hablo de moratorias, de prórrogas forzosas según cada circunstancia y por plazos determinados. Quitas parciales de la deuda, aplazamientos, alquiler social en virtud del cual un ejecutado pueda seguir viviendo en una casa pagando un alquiler no superior al 30% de sus ingresos... En resumen, una "regulación procesal más igualitaria".

Hay jueces que piensan como yo, que hablan de "mala praxis", de "drama social" y de otra serie de calificativos para describir la situación. Más bien yo pienso como ellos. Hace poco la Asociación Jueces para la Democracia publicó un informe, rechazado por el Consejo General del Poder Judicial, en el que se hacen eco de la "injusticia" que ellos mismos tienen que sentenciar. Ellos lo ven día a día, son ellos quienes acuerdan los lanzamientos...

Dejemos que hable Nicolás Guillén (Cuba, 1902-1989), que hace mucho tiempo escribió El "Son del desahucio". Recientemente yo lo volví a escuchar.

"El alquiler se cumplió:
te tienes que mudar;
ay, pero el problema es serio,
muy serio, pero el problema es muy serio,
porque no hay con qué pagar.
Si encuentras cuarto vacío,
te tienes que mudar,
y si acaso no lo encuentras,
te tienes que mudar.
Si el dueño dice: "Lo siento",
te tienes que mudar,
pero si no dice nada,
te tienes que mudar.
Como quiera, como quiera,
te tienes que mudar;
con dinero, sin dinero,
te tienes que mudar;
donde sea, como sea,
te tienes que mudar,
te tienes que mudar,
¡te tienes que mudar!
Calma mi compadre, calma,
Vamos los dos a cantar,
que llegue el casero ahora,
él nos podrá acompañar.
-Escuche, amigo casero,
ayer me citó el Juzgado,
y dije que no he pagado
porque no tengo dinero,
y estoy parado.
Yo no me voy a la calle,
porque la lluvia me moja;
venga usted, casero, y diga,
diga,
venga usted, casero, y diga,
si va a curarme el catarro,
si va a curarme el catarro,
después que el agua me coja.
Conozco hoteles vacíos
y casas sin habitantes:
¿Cómo voy a estar de pie,
con tantos puesto vacantes?
Calma, mi compadre, calma,
vamos los dos a cantar;
que llegue el casero ahora,
él nos podrá acompañar.
¿Es que a usted lo achica el miedo?
No, señor;
a mí no me achica el miedo
y aquí me quedo,
sí, señor,
y aquí me quedo,
sí, señor,
y aquí me quedo..."

Fue hace mucho tiempo...


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